sábado, agosto 01, 2009

Luis Piedrahita - El rey de las cosas pequeñas




¿Sabéis cuál es una de las partes más sensibles del ser humano?
El capó del coche.
Si cojo una llave y os rasaco en el brazo, no pasa nada... Os lo hago en el coche, y lloraríais. Si ese inocuo rasguño blanquecino fruto de la sequedad de la piel estuviera sobre vuestro coche, tendríais que coger la baja por depresión.
Lo que le pasa a la chapa de tu coche duele más que si te lo hicieran en la piel. Eso les pasa hasta a los del tunning, que son de pelo corto y duro como un fox-terrier. Un tunero puede soportar un piercing en un parpado, pero roza el coche aparcando y vuelve a casa llorando.
Si os fijais, todos los coches tienen algún tipo de rasponcillo, bollo, rozadura... Es inevitable. Pues cada rocecillo equivale a un señor triste. Cada raspón es una blasfemia gritada al viento. Los rocecillos hacen llorar al niño Jesús.
Cuando uno compra un coche, cree que él va a ser la excepción: "Éste lo voy a cuidar mucho desde el primer día". Este Tipo de frases jamás llevan a buen puerto. Es como cuando dices: "Este año voy a estudiarlo todo desde el primer día". Eso jamás ha funcionado. Y cuando te pasa, se te queda una cara de tonto... Es por cosas tontísimas... Aparcas preocupándote mucho por no rozar de un lado y... "¡ciiijjj!". ¿Quién ha puesto ahí ese bolardo? El bolardo es el melanoma de la chapa de los coches. Y son imprevisibles. E hipnóticos. Aparcas perfectamente entre dos bolardos: no pasa nada. Pero el bolardo te hipnotiza, dejas la marcha puesta, y al desaparcar... "¡cracha!". Y se te queda una cara de tonto...
Hay una cosa que es de expediente X: cuando estás aparcando y de repente, sin saber cómo, tienes una columna en medio de la puerta. Todavía no te toca, pero si le das hacia delante, te roza, y si le das hacia atrás, tambíén. ¿Cómo se sale de ahí? Y lo más intrigante: ¿cómo se llega? Físicamente, no es posible.
Otra situación: maniobrando en un parking en el que no estás acostumbrado, como, por ejemplo, el de El Corte Inglés. Allí la zona de recoger el tique está completamente rozada por todas partes. Por eso en El Corte Inglés hay un taller de chapa y pintura. A lo largo del garaje hay raspones de todos los colores. Yo creo que los hace un pintor para que la gente vaya precavida.
Una de las principales causas de rocecillos es fiares de otro al aparcar. Un tío anónimo se erige en capataz de la operación y se pone a dirigir la maniobra. El problema principal es que no hay un lenguaje universal del aparcamiento. Son tres palabras las que se utilizan, solo tres, pero no está nada claro lo que quieren decir:
1. "Dale, dale, dale..."
2. "Dale, que libras..."
3. "Endereza".
--- Endereza y dale, que libras de sobra.
--- No, de sobra no libro, que si no, tú no estarías ahí manejando la operación.
El rocecillo siempre te pilla por sorpresa. De repente oyes: "¡Ciijjjj!". Y se te hiela la sangre. Paras el motor, sales del coche con los ojos llorosos, y te pones a calibrar el daño. Y hacemos una cosa muy absurda: intentamos arreglar el rocecillo frotándolo con el dedo. Nos creemos que somos como Jesucristo, o como E.T., que curamos las heridas con sólo tocarlas.
Es una reparación poco digna, porque cuando uno trata de arreglar el coche por su cuenta, nunca queda bien. Como esa gente que se les rompe el cristal y pone un cartón. Eso no es serio. O la matrícula pintada a boli en un cartón. O el que tiene un bollo en la puerta, va a un desguace a por otra puerta y... hombre... del mismo color, del mismo, del mismo, no es. Y van con un coche azul metalizado con una puerta azul orinal. Es el patchwork aplicado al automovilismo.
Hay quien ya tiene tantos golpes, que el coche está que se cae a trozos, y lo quieren vender. Te dan ganas de decirle al dueño:
--- Oye, ¿sabes cómo hacer para duplicar el valor de tu coche?
--- ¿Cómo?
--- Llenando el depósito de gasolina.
Para evitar los roces y raspones hay un producto en las teletiendas que se llama "Repara todo". Es una crema que, la echas en un trapo, lo pasas por la rozadura y la chapa del coche queda perfecta. No se sabe por qué, el tío del anuncio luego echa alcohol y le prende fuego al capó del coche como para mostrar lo resistente que es el reparador. Vamos a ver, si tu coche está en llamas, las rozaduras que tenga no son tu mayor problema, ¿no?
Otra solución es tener el coche tan sucio, tan sucio, que cuando rozas con algo, el roce no llegue a la chapa. El problema es que siempre aparece ese Robin Hood de la higiene, ese Curro Jiménez de la pulcritud que extiende su dedo y te pone: "Lávalo, guarro". ¿Guarro yo? ¿Pero tú te has mirado el dedo, chaval?
La mejor opción es tapizar los coches con tela (por fuera). En lugar de comprarte un Audi azul metalizado, te compras uno de pana marrón, o de tergal, que es igual de elegante. Lo rozas y no pasa nada, no hay que llevarlo al taller de chapa y pintura. Como mucho, darle unas puntaditas. Y se podría poner un bolsillo en la puerta, así no te tienen que poner la publicidad en el parabrisas, que es una molestia.
Los tuneros serían como modistas:
--- Le voy a hacer los bajos a mi coche, le suelto el dobladillo y luego le hago unas calaveras de punto de cruz.
--- Va a quedar divino.
Aunque, a lo mejor, los roces en los coches no son tan malos. Al fin y al cabo... el roce hace el cariño.